Rosario de despropósitos

Un rosario de despropósitos es la «vida cultural» (oh la la, la culture) del Gijón de nuestros días. Despropósitos financiados con dinero del contribuyente, faltaría más. En los últimos días hemos tenido que sufrir, entre otras muchas cosas, el anuncio de los seiscientos mil euros licitados para la promoción publicitaria de la marca «Laboral, ciudad de la cultura» (¿habrá otros seiscientos mil preparados para cuando toque «Ciudad de la Cultura Vicente Alberto Álvarez Areces»?), al lado de un Hospital de Cabueñes donde no hay un otorrino para urgencias, o donde se implantan las prótesis más baratas del mercado por gracia del SESPA. (Ahora que ha saltado el escándalo de las fotos blasfemas expuestas y publicadas en forma de libro por la Junta de Extremadura y por su Universidad, conviene recordar que aquí se desacralizó la iglesia de la Universidad Laboral por vía de hecho, usando su altar mayor para un cutre cortometraje erótico, subvencionado y defendido por el Ayuntamiento y el Gobierno autónomo de la izquierda plural; que por otra parte ya había publicado, a costa del contribuyente asturiano, libros con fotografías sacrílegas, impulsados por la sin par consejera Camelia Valcárcel).

Rosario de despropósitos fue también la madrileña Rosario de Acuña, en su obra y en su breve, triste y desordenada vida; parte de la cual, entre los siglos XIX y XX, transcurrió en Gijón. Pero como era «mala», la izquierda la reivindica como de los suyos (¡Viva lo peor!), y la derecha otorga, bobalicona y complaciente.

En el Gijón de nuestros días hay también vidas desordenadas y tristes; tristes a la manera de la Acuña, que era mujer de posibles y de influencias. Algunos, a pesar de proceder de la izquierda radical, a pesar de colocarse bien cerca del poder y a su servicio, a pesar de ensayar distintos medios, no alcanzan la notoriedad que a otros se les otorga tan fácilmente. Es natural que se sientan atraídos por la pobre Rosario de Acuña. Si además la ensalza Francisco Prendes Quirós, oráculo histórico cultural de la Alcaldesa Fernández Felgueroso, tal vez merezca el esfuerzo de rescatar sus escritos. Y aunque no vaya a leerlos ni Víctor Guerra, no podrá decirse que el dinero sale todo del bolsillo del contribuyente: también sale del del impositor, que así financia ocurrencias por partida doble. Además del Ayuntamiento de Gijón y del Gobierno autónomo, que tienen muchos estómagos agradecidos que llenar, se echa mano de la maltrecha Caja de Ahorros de Asturias para pagar esta edición de la habitualmente subvencionada KRK.

Así la prensa de hoy nos informa de que José Bolado (parece que abandonó aquel Xosé Bolado, tan cacofónico) presentó los dos primeros (amenaza con más) volúmenes de las Obras reunidas de Rosario de Acuña, ayer en la vergonzosamente desacralizada Colegiata de San Juan Bautista. Le arropaban dos feministas de pro: la lampedusiana alcaldesa de Gijón (la de los despidos improcedentes de minusválidas) y la directora del Instituto Asturiano de la Mujer, una tal Begoña Fernández.

El suave José Bolado no ha tenido hasta ahora la suerte de otros. Ni los experimentos llingüísticos, ni significarse en el falso Ateneo Obrero que montó –con dinero del contribuyente– el difunto marido de la alcaldesa, ni fallidas incursiones en el mundo discográfico –aquel mancebo estadounidense, modelo de ropa interior, que se plantó hace años en el cutre Festival de Cine de Gijón diciéndose hermano del actor Rob Lowe, y que iba a grabar un disco con las letras de Bolado–, le han colocado donde merece el pedigree de su acreditada progresía. El socialismo gijonés, que le ha quitado su calle a Juan Vázquez de Mella, entre otros, le ha dedicado a Rosario de Acuña hasta el nombre de un Instituto de Enseñanza Media («Secundaria», le dicen ahora, delatando la importancia que le dan). Si Bolado consigue, como cuenta a los periódicos, que además se le dé a la Acuña importancia literaria, podrá estar orgulloso.

Porque los escritos que conocemos de Rosario de Acuña traslucen confusión y resentimiento, con una sintaxis retorcida, alambicados, pobres de recursos; son plenamente olvidables. Cuenta José Bolado en La Nueva España que del drama histórico de la Acuña «Rienzi el tribuno» dijo un crítico tan acerado como Clarín que era una obra «ilustrada, libre y bonita». Esos calificativos para un drama histórico, y en la pluma de Leopoldo Alas, lo dicen todo (para el buen entendedor).

La aleccionadora alcaldesa, tan entusiasta como olvidadiza de sus orígenes, se refirió a Rosario de Acuña como «la suma sacerdotisa (sic) del feminismo y la causa de la igualdad en Gijón y Asturias». Bueno, si dijera esas y otras tonterías, presa de su «emoción a título personal», no pasaría nada; pero las pagamos los demás.

El Comercio, por su parte, destaca esta gloriosa frase: «Para Rosario Acuña la guillotina fue el primer signo de igualdad de la Historia». La feminista Acuña, de querencias y militancias masónicas –a pesar de la exclusividad masculina de esta secta–, admiraba la Francia revolucionaria, su profundo desorden moral y la brutal efusión de sangre. A esto suele reducirse, a la hora del asalto al poder, la labor de los «librepensadores»: a cortar las cabezas de los que piensan. Por eso el PSOE y la UGT hicieron su revolución de la década de 1930 al compás de La Marsellesa, aún más que de La Internacional. Del espantoso Himno de Riego ni se acordaban.

2 comentarios

Archivado bajo 02.- Gijón, 07.- Enseñanza, Bablúa, Justicia social, Política local, Sanidad

2 Respuestas a “Rosario de despropósitos

  1. Nuestra simpatía por Francisco Álvarez-Cascos es nula. Consideramos su labor –especialmente la desarrollada al alimón con el PSOE local— objetivamente mala. De su vida familiar y personal, que ha sido y es pública, mejor no hablar. Sus sucesores han sido peores. Y este artículo de Javier Morán en La Nueva España da noticia también de una pifia alvarezarecista más en la Universidad Laboral.

    El cormorán
    Trasiego de placas

    Ya lo habíamos insinuado aquí alguna vez: más de tres años después de su retirada de la política, Francisco Álvarez-Cascos sigue protagonizando batallas, lo que le convierte en una suerte de Cid Campeador en el ajetreado campo de batalla de las infraestructuras asturianas. El último episodio acaecido con este gijonés redivivo por sus enemigos ha consistido en la retirada de una placa recordatoria de la primera piedra de la estación ovetense de Llamaquique, inaugurada ayer por las autoridades regionales.

    Dice el Ministerio de Fomento que la lápida ha sido temporalmente eliminada para darle lustre, aunque nos imaginamos que su destino será el de conservar el brillo, pero en la oscuridad y convenientemente empaquetada en algún almacén ministerial.

    La verdad es que no nos interesa demasiado entrar a este juego que los políticos se traen con las primeras piedras y las placas inaugurales, pero, dado que todos ellos juegan, causa una impresión pésima que se vayan pisando las mangueras los unos a los otros.

    Admitamos que todo ese material distintivo deja noticia de una fecha y del nombre del repúblico bajo cuya gestión se ofreció una mejora a los ciudadanos. Punto. La enciclopedia de las obras públicas se puede ir leyendo por las vías públicas, como se lee la lápida dedicada a un literato, a un artista o a un personaje prominente; o como se miran los nombres de las calles.

    No viene mal que, pasado el tiempo, un niño vea uno de esos letreros y le pregunte a su padres quién era ese señor o qué significa ese hito urbano. Otra cosa es que sepan responderle, porque «de la rosa sólo queda el nombre», pero, al paso que vamos despreciando la historia, no quedará ni eso.

    El suceso de Llamaquique, le toque a Cascos o a cualquier otro, es uno más de tantos casos del presente. En la Universidad Laboral, por ejemplo, se está produciendo un fenómeno curiosísimo: la supresión de unos pocos símbolos explicativos del edificio y, a cambio, la siembra de placas con un solo nombre donde no había ni una.

  2. ¡Hala! Toma despilfarro, toma promoción del transporte público, toma lucha contra las emisiones tóxicas y el cambio climático… Tres mil quinientas plazas de aparcamiento, con obra faraónica y nueva devastación de alrededores, para la «Ciudad de la Cultura Vicente Alberto Álvarez Areces». Con el Hospital de Cabueñes, que sí necesita plazas de aparcamiento, se estiran: doscientas y pico más, «reordenando» las existentes, y de momento ninguna acotada para el personal. Decenas de miles de millones de las antiguas pesetas para las ocurrencias, y miseria para la sanidad. Una genialidad más, de esas que piden políticos colgados de las farolas. El Comercio:

    El Principado elevará a 3.500 las plazas de aparcamiento para el entorno de la Laboral

    Las 2.000 previstas se consideran insuficientes para las siete mil personas que irán a diario a la Ciudad de la Cultura. Estudia construir el primer ‘parking’ automático para coches de Asturias debajo de las pistas deportivas y la piscina

    M. MORO / L. ENGUITA/GIJÓN

    El Principado podría elevar hasta 3.500 las plazas de aparcamiento para el complejo de la Universidad Laboral. El plan de usos actualmente en fase de desarrollo prevé la construcción de un mínimo de 2.000 plazas, pero la Unidad Técnica de Arquitectura de la Agencia para el Desarrollo de proyectos e Infraestructuras Culturales cree que ese número puede quedar finalmente escaso para el movimiento ciudadano -de entre 6.000 y 7.000 personas diarias- que va a generar la Ciudad de la Cultura una vez que funcione a pleno rendimiento.

    La construcción de aparcamientos en el entorno de la Laboral va a empezar por las plazas en superficie hasta completar 1.200 sitios. Según explicó a EL COMERCIO el arquitecto director de la obra, Sergio Barragán, estas obras se adjudicarán en junio, tendrán un presupuesto conjunto de 3,3 millones de euros e incluirán parkings para autobuses, motos, bicicletas y de reserva para minusválidos.

    El primero de los estacionamientos, que ya ha entrado en servicio de forma provisional, tiene capacidad para 400 plazas. Está en la explanada que se extiende entre la entrada principal de la Laboral y el Centro de Arte. Está a rebosar desde primera hora de la mañana, al igual que sucede con otro de 200 plazas pegado al parque científico tecnológico de titularidad municipal. Da servicio sobre todo a los estudiantes y profesores de FP y las carreras universitarias recientemente trasladadas a la Laboral, aunque también estacionan allí numerosos usuarios del hospital.

    En la cara oeste del edificio de Luis Moya se construirá en los próximos meses otro aparcamiento dividido en dos zonas, al sur y al norte del convento de las Clarisas para acoger los vehículos de personas ligadas a los futuros minipisos para estudiantes, a la Radio Televisión Pública de Asturias y al futuro hotel de cinco estrellas.

    El aparcamiento situado justo delante de la puerta principal del complejo cultural y educativo se mantendrá, aunque se mejorará rebajando el terreno y eliminando el actual montículo ubicado delante de los talleres. El último parking proyectado para incrementar las plazas en superficie del entorno de la Universidad Laboral se desarrollará en una zona viaria que discurre por los exteriores del sector norte. En este aparcamiento habrá que reponer el firme de la calzada y distribuir las plazas en batería a un lado y otro de la acera.

    Para un posterior fase, señaló Barragán, quedarán dos proyectos que requerirán del concurso de inversores privados. Uno es el gran aparcamiento subterráneo que el plan de usos de la Laboral recoge en la explanada de acceso al Centro de Arte. El objetivo es poder esconder en el futuro los coches en el subsuelo y transformar la actual zona destinada a vehículos en un gran espacio verde y de paseo.

    Cinco veces más sitio

    Pero la gran novedad sin duda es el parking automático para coches, el primero proyectado en Asturias, que los arquitectos de la Laboral estudian construir debajo de la actuales pistas deportivas y del vaso de la piscina. Se trata de un mecanismo informatizado que recoge el vehículo con un montacargas y lo coloca en una plaza libre, todo de forma automática y sin dañarlo. La recogida del coche seguiría un proceso análogo.

    Este tipo de parkings pueden tener hasta cinco veces más plazas de aparcamiento que uno normal, ya que esta especie de torres garaje ocupan un 80% menos de espacio.

    En el otro gran foco conflictivo en materia de aparcamiento de la zona, el Hospital de Cabueñes, también están previstas mejoras. La Consejería de Salud reordenará las áreas de estacionamiento existentes en la actualidad para generar 300 nuevas plazas. El consejero Rafael Sariego explicó ayer a EL COMERCIO que su departamento es consciente de que los 721 huecos actuales son insuficientes para dar servicio a los 1.500 trabajadores del centro sanitario y las casi 5.000 personas que acuden a diario al hospital gijonés.

    Sariego aclaró que ese proyecto para optimizar los tres ‘parking’ de que dispone Cabueñes (los dos ubicados a la entrada y el situado junto a la Escuela de Enfermería) y elevar al millar las plazas de aparcamiento hospitalarias es independiente de la ampliación en curso para construir el nuevo edificio de hemodinámica.

    El personal de Cabueñes no dispone de una zona acotada, pese a que la junta de persona lo reclamó en varias ocasiones. Eso es lo que provoca que a las ocho de la mañana el aparcamiento esté ya a rebosar, con una media de espera de diez minutos. De hecho, muchos conductores estacionan en el tanatorio, en caminos vecinales e incluso en cunetas para no llegar tarde a sus consultas médicas.

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    LAS NUEVAS PLAZAS

    Universidad Laboral: ampliará su capacidad hasta las 3.500 plazas si inversores privados costean una instalación subterránea y otra automática. La administración financiará 1.200 plazas en superficie.

    Hospital de Cabueñes: la consejería reordenará las 721 plazas existentes para superar el millar.

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